Durante largos meses, a raíz de la pandemia por COVID-19, el mundo entero vivió situaciones de angustia, incertidumbre y dolor. Los profesionales en ciencias económicas no fuimos la excepción.
Simultáneamente, tuvimos la oportunidad de poner en perspectiva valores como la familia, el hogar, la amistad, la empatía y la solidaridad, no sólo entre colegas, sino también con los más desafortunados. Debimos reestructurar nuestros esquemas mentales y laborales para adaptarnos a la nueva realidad.
Durante este tiempo los predios y edificios del Consejo, que es nuestra casa, estuvieron vacíos, esperándonos... hasta que, de a poco, empezamos a habitarlos nuevamente, y pudimos reencontrarnos, fortalecidos, mirándonos, a nosotros mismos, en los ojos de nuestros colegas y amigos.
Hoy, estos espacios también se llenan de música, y el canto, como expresión del alma, brota con entusiasmo para brindar a los colegas y sus familias un mensaje de esperanza, para comenzar a cerrar una etapa de dolor y resurgir con fuerzas renovadas, tomando coraje y construyendo juntos un auspicioso futuro.
Estamos llamados a honrar nuestra profesión con la entereza de siempre y con nuestros sueños renovados... Estamos llamados a honrar la vida...